Aleix Llull

Palma, 1933 - Alaró, (Mallorca), 1986.

El pintor y dibujante mallorquín Aleix Llull Castanyer nació en Palma en 1933. Se considera autodidacta aunque recibió lecciones de Ramón Nadal y Vladimiro Olalde. Su trayectoria artística va desde el impresionismo hasta el realismo, pasando por un expresionismo y un cubismo en constante evolución. La obra presenta influencias de maestros como Picasso, Gris y Braque. Hasta que llegó a encontrar su propio camino.

En 1955 expone por primera vez un dibujo en el Salón de Otoño del Círculo de Bellas Artes (Palma), gana la medalla de plata de dibujo y recibe numerosas felicitaciones. Presentó su primera exposición individual en 1957 en el Círculo de Bellas Artes de Palma compuesta de dibujos. Como lo serían todas las que realizaría hasta los años setenta. En esta primera etapa ya dominaba la expresión con el lápiz, la pluma y el pincel. Repertorio que permanecerá lo largo de toda su trayectoria con líneas yuxtapuestas, las cuales, delimitan linealmente las formas y construyen masas de color.

Tanto en la pintura como en los dibujos los temas predominantes son la figura humana, las naturalezas muertas y las referencias a la música, la lectura y la vida cotidiana. Ocupan el espacio plástico muebles domésticos (mesas, sillas, cuadros, escaleras de madera, etc.), objetos cotidianos (botellas, copas, tazas, frutas, etc.), recortes de periódico, etiquetas, símbolos de la lectura (libros) y evocaciones de la música (partituras, guitarras, trompetas, saxos, clarinetes, etc.).

En los primeros años 70 su trabajo explora el mundo de la plástica, mide sus posibilidades, hace pruebas y define preferencias. En 1977 ha logrado definir un estilo singular, bien característico, que refleja una fuerte personalidad y un gran talento. Le gustan las formas rotundas, el dibujo bien remarcado y la yuxtaposición de masas de color separadas por líneas divisorias potentes. Las obras incorporan atmósferas que transmiten ansias de reflexión, contemplación, laxitud y los placeres de la compañía cálida de la música, de una guitarra o de un trío de metal.

En la etapa de madurez, las obras respiran solidez, equilibrio y coherencia. Entre 1972 y 1977 hace una pincelada empastada. A partir de 1979 la estructura de sus cuadros se volvió severa. Entró en un período de geometrización en el que desapareció la pincelada y destaca la luminosidad. Entrando en los años 80 su paleta se volvió austera, silenciosa y reconcentrada: ocres, verdes, secos, azules, rojos, terrestres, negros, blancos... La iconografía adquirió una intemporalidad permanente hasta que, su siempre permanente figura humana dentro de un entorno, se ofreció como una concreción y reducción. Entonces, la persona es redujo a un signo.

 

 

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